Las mayores anécdotas de mi vida las tengo con Valerio Lazarov

A los 15 años y a los 8 años a nivel vocacional. Según dicen mis padres, cantaba más que hablaba. Me encantaba que en los bautizos, me rodearan y me aplaudieran. Las niñas de nuestra época queríamos ser como Marisol o Rocío Dúrcal. A mí, Marisol me encantaba, tenía una gracia especial, abarrotaba los cines. Tengo un gran recuerdo de cuando ví la película ‘Tómbola’, procuraba ahorrar muchísimo para ir a ver todas sus películas.

– ¿Cómo fueron tus inicios en el mundillo?.

En 1963 me traslado provisionalmente a Madrid y en 1965 me asiento de manera definitiva. Habíamos ganado un premio en Radio Madrid. Nos encantó la sensación. El hecho de cantar ante un público y posteriormente tuve que sacarme el carnet profesional, el cual suponía realizar una prueba de memoria de letras para cualquier canción.

Esta prueba la tenía que hacer cualquier profesional, desde un cantante de copla hasta un intérprete de pop, aunque pienso que algunos cantantes o grupos tenían más ventaja profesional. Yo recuerdo cantar en Pasapoga, en el ‘Garden’ de Bilbao, en Barcelona..Cantábamos en salas de fiestas con alterne y de hecho, estaban las mujeres. Yo recuerdo que en ‘El Biombo’ también cantaba Dolores Garrido.

Era algo normal y de hecho, lo más entrañable era que cuando salíamos a cantar, eran las mujeres las que exigían a los clientes que se callasen porque había que guardar respeto. Hasta hace muy poco, tenía amistad con dos de ellas. Aquello nos sacó de vivir en la precariedad.

-Además de la música has tenido gran presencia en la pequeña pantalla. Uno de tus trabajos más recordados fue en 1970, en ‘Pasaporte a Dublín’, donde coincidiste con Karina o Rocío Jurado ¿Qué recuerdos guardas de aquella experiencia?.

Aquello fue un fenómeno, una idea brutal. Me da pena de que no se hagan programas así. No me parece lógico que haya artistas que desaparezcan tras presentar su candidatura a Eurovisión. Hacías programas con Valerio Lazarov y era brutal. Había una o dos cámaras. Era una época muy especial, aunque me veo y parecía un ‘patito torpe’.

Era una época muy bonita, aunque costaba mucho triunfar. Por ejemplo, no tiene nada que el Benidorm Fest con Pasaporte a Dublín. Había unos programas brillantes, la conexión entre nosotros era brutal..yo he llegado a hacer actuaciones de gallina blanca. Era un ‘generar’ éxitos.

Todos los programas tenían un contexto generalizado, me acuerdo del programa ‘Tarde para todos’ en el que tuve que entrevistar a Felix Rodríguez de la Fuente. La gente te adoraba. Las mayores anécdotas las tengo con Valerio Lazarov, he llorado tantísimo con él, una vez tuve que bajar en alfombra roja haciendo movimientos pop. Pasé mucho miedo y me rompí el vestido. Él no daba tregua. Yo soy de vivencias y no de anécdotas, me he topado con muchísima gente.

-La década de los ochenta fue, a nivel cultural, magnífica para España, ¿Cómo la viviste?

Esa época la viví con admiración, pero analicé muchísimas

cosas. La gran Movida fue en los 60, que pasamos de la peineta al pop, comprábamos el equipo a plazo, venía gente a vernos sin saber que les iban a cantar.

 

La moda la copiaron de la que sacamos, el maquillaje de la ceja afeitada, la pata de elefante ya la llevábamos..llegó de una manera más rápida. Hubo un error y fue aparcar y apartar a los 60. Se hizo un vacío enorme para nosotros y eso fue ungían bajón para nosotros, la industria nos dió la espalda. A día de hoy, todavía no hemos recuperado lo perdido en aquella época.

-Además, llega el divorcio.

Si. Mi relación fue en los primeros tiempos, la ceguera del amor y un enamoramiento brutal, yo vengo de Valladolid donde la mayoría de las mujeres éramos muy retraídas y bastante provincianas. La relación llegó demasiado pronto. 

-¿ Te arrepientes de haber dejado ‘Los Mismos’?

No me arrepiento de haber dejado ‘Los Mismos’. Yo no hubiese evolucionado igual. Hay gente que me ha colgado ‘sanbenitos’ sin saber como soy en el escenario. Yo he sido una persona que he interpretado la letra a través de la música. Yo soy distinta desde que dije: ‘Soy Helena Bianco’.

A día de doy, mantengo una lucha titánica para trabajar y siento que la industria me ha dado la espalda.

Augusto Algueró me parecía inalcanzable y le gustaba mucho como cantaba, puse la voz a un par de temas suyo. Mantuve una amistad con él, cuando salí del grupo, me ayudó muchísimo. La producción fue carísima, millonaria para aquella época.

Yo quería hacer un concierto contemporáneo a un poeta que a mi me fuese fácil llevar a la música y busqué a través de amigos

contactar con Rafael Alberti, y fue maravilloso. Me llamaba la ‘rubia valkiria’. Le dediqué un concierto de horas con canciones muy especiales. Fue un trabajo durísimo aunque muy especial, yo se lo hice con todo el cariño del mundo.